Sobre el monte San Giuliano, surge la medieval ciudad de Erice, reuniendo muhos de los rasgos sicilianos, un urbanismo normando, la organización árabe de la vivienda y un amplio abánico de dulces. Sus calles empedradas llevan la historia manchada en las piedras de sus empinadas cuestas. Un tesoro arquitectónico perfectamente conservado, cuyas calles sólo ven roto su silencio por los turistas y el ajetreo de los cafes y tiendas de souvenirs de las calles que desembocan en la Piazza Umberto. Un lugar idílico donde aprender a perder el tiempo
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