China, tan enorme como diferente, esconde en todos sus rincones fascinantes sorpresas. La más diferente para la cultura occidental puede ser su comida, tremendamente sabrosa, peligrosamente diferente. La extensión de su territorio realza la variedad de sus productos y convierte en inimaginables las posibilidades de adorno en los atrevidos paladares. Un buen ejemplo de ello, la capital, Beijing, donde se reúnen algunos de los más exquisitos bocados de tan desmesurada variedad...
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