El color, sabor y olor que se respira desde el momento que aterrizas no se te disipará hasta semanas después de volver. La siempre animada plaza de Jamaa el Fna, centro de la vida pública de los habitantes de Marrakech, el caótico zoco donde cargar buenos recuerdos, la mezquita Koutoubia desde donde oir la llamada a la oración musulmana, al Palacio Bahía, la Medersa Ben Youssef, las tumbas Saadíes, el Palacio Badi, los Jardines de Menara y un sinfín de visitas y callejuelas donde poder perderte.
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