Si una ruta puede resultar dura, casi imposible pero a la vez atrayente hasta la temeridad es la de las Torres del Paine, dos columnas inmensas de granito en el parque nacional del mismo nombre al Sur de este tremendo país. Parece que aquel día tuvimos la mejor de las suertes pues según nos dijeron después el tiempo que disfrutamos esa mañana, nos permitió llegar a la misma base de la cordillera, cosa la cual parece inalcanzable la mayor parte del año. Y por esas cosas del destino, lo conseguimos, y el descanso de apenas media hora para iniciar el descenso, al pie de un lago helado con las tremendas moles al frente aseguro que mereció la pena. Todo un premio a la osadía y al esfuerzo de la ingenuidad.
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